Psicología cristiana (I): Antropología como cimiento

Cualquiera que haya cursado los estudios de psicología habrá tenido que pasar por el estudio de la Antropología. Una disciplina, ésta, que es indispensable, pues constituye los cimientos de la psicología.

No es posible edificar ninguna ciencia humana o que se dedique al conocimiento del comportamiento humano sin antes haber puesto los cimientos adecuados. Unos cimientos en los que se concreta y se define qué es el hombre. Por eso la filosofía también tiene mucho que decir a la hora de armar bien la estructura de estos cimientos.

Dentro de la antropología está la antropología cristiana, la cual ayudada por la revelación de la fe y donde se conjuga perfectamente el binomio fe-razón, sitúa al hombre creado por Dios a su imagen y semejanza, y sujeto a los efectos del pecado que le apartó del Paraíso. Este hombre, redimido por Jesucristo, vive desde su nacimiento en una constante tensión hasta poder alcanzar, por Gracia de Dios, la Vida Eterna.

Las consecuencias de esta antropología son tantas, que todo comportamiento humano está sujeto a la misma. Antes de comenzar a ver alguna de las consecuencias, alguno estará pensando que esto es tendencioso o interesado, sin embargo veremos que esto no es así. La psicología, hoy por hoy, no es neutra, pues bebe de un sustrato que no es el puramente y objetivamente científico. Salvando algunos aspectos más puristas o experimentales más cercanos a la psicología básica.

Hoy, podemos decir que no es lo mismo ponerse en manos de un terapeuta psicólogo que sea cristiano o que no lo sea. Pues el psicólogo cristiano verá, cuando se ponga delante del paciente a un hombre o a una mujer en el marco de la antropología cristiana, sea o no creyente el paciente. Y si es coherente y honesto con sus principios, aplicará los principios y métodos de la psicología desde esa perspectiva.

Por poner un ejemplo actual, pensemos en la ideología de género. Hoy día la corriente a favor de dicha ideología es enorme en los círculos universitarios. De hecho hay universidades donde es difícil desarrollar una tesis doctoral que no sea en favor de confirmar dicha ideología. Con tal presión política y social, un psicólogo no tendrá el menor inconveniente en aceptar y recomendar a un paciente un cambio de género, e incluso de sexo, si percibe un sufrimiento relacionado con la sexualidad de su paciente. Porque bebe de este sustrato, de esta antropología que considera el género independiente del sexo y éste último como algo que una persona elige en virtud de sentirse hombre o mujer. Bebe este psicólogo de una antropología que no cree en la identidad de las personas.

Un psicólogo cristiano, sin embargo, sabe que Dios no se equivoca y que la sexualidad es mucho más que la genitalidad y que afecta a la identidad de la persona en casi todos los aspectos de su vida: cómo hablo, cómo me relaciono, cómo pienso, qué me atrae, etc. La antropología cristiana le dice que uno es hombre y mujer desde que nace hasta que muere y si excluimos a los casos de malformaciones o patologías sexuales durante el desarrollo embrionario o fetal, no es posible que hoy día, de repente un enorme número de personas, descubra que no son lo que son.  O se ha producido de repente una hecatombe genética o estamos asistiendo a una ola cultural cuya presión es brutal y que no es casual sino que bebe de otro sustrato antropológico y político concreto. La ideología de género no tiene base biológica sino que es meramente cultural e ideológica.

El psicólogo cristiano sabe que Dios te ha hecho hombre o mujer, que te ha hecho perfecto y que tu identidad reside hondamente en tu sexualidad. Si se permite a las personas herir su identidad, anularla mediante cambios de sexo y género, según fluyan los sentimientos, muchas veces de forma irreversible,  estaremos en la antesala de un crecimiento exponencial en el número de suicidios. No hay mucho que explicar en este sentido, cuando una persona rechaza su propia identidad, se rechaza a sí mismo y deja de saber quién es, siendo muy probable que se vea como nadie. El paso al suicidio es inmediato.

Por ello el psicólogo cristiano tratará de cuidar exquisitamente a la persona, ayudándola a reconciliarse con ella misma y evitando la destrucción de su identidad. Su sentimiento de rechazo al género natural tendrá su origen en alguna herida, algún conflicto o trauma, pero que habrá que encontrar y sanar por difícil y largo que sea el camino. Un origen que muchas veces está en la primera infancia y en las relaciones familiares, lo cual harán de su escrutinio algo doloroso para todos, pero a la vez sanador y donde hará falta una gran dosis de profesionalidad y de ternura y caridad.

Ya iremos desarrollando diferentes derivadas de la antropología que subyace bajo la psicología, pero de momento basta con dejar claro que la psicología, hoy por hoy no es neutra. Hay personas que cambian de psicólogo hasta que encuentran a aquel que le da la razón a lo que quería escuchar. Es un tema más serio de lo que parece.


Pedro. 

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